Las costas gallegas estaban mal custodiadas, los normandos repetían sus ataques casi todos los años; es entonces cuando el monarca (Alfonso V) dona a la Iglesia de Santiago la Isla de Oneste (1024) para que se construya una fortaleza a fin de impedir estas incursiones. Algunos años más tarde, siendo Don Cresconio obispo de Iria, emprendió la reconstrucción de la fortaleza, dando a los muros más sólida y firme estructura, levantó altas torres y construyó una capilla dedicada al apóstol Santiago. Asimismo, mandó tender una gruesa cadena entre las dos orillas del río, para impedir el paso de las naves.
En 1071, el obispo compostelano Don Diego Peláez, edificó en el Castillo Honesto un gran palacio y levantó nuevas fortificaciones, destinadas a rechazar no ya a los normandos, sino más bién las acometidas de los piratas sarracenos que merodeaban por nuestras costas. Oportunamente confió la custodia de la fortaleza a un caballero de su confianza -rico propietario- llamado Gelmiro o Gelmirio, padre de D. Diego Gelmírez primer arzobispo de Compostela; sería este quien más tarde construiría nuevas torres y reductos que harían la fortaleza inexpugnable.
Las torres del Oeste se encuentra en la provincia de
Pontevedra, comarca de Caldas, municipio de Catoira, en el pueblo de Catoira, a 32 kilómetros de Pontevedra.
Se
puede llegar a esta fortaleza partiendo de Padrón en dirección a
Rianxo. A unos 10 kilómetros hay un cruce hacia Catoira. Al terminar el
puente que cruza la ría hay un desvió a mano derecha que baja hacia la
base del puente. Una vez tomado este desvió hay varias señales que nos
llevan a la ruinas del Castellum Honesti.
Los
estudios arqueológicos realizados permiten afirmar que los orígenes de
esta fortaleza se remontan, al menos, a la época castreña, aunque hay
vestigios en la zona que atestiguan una ocupación mucho anterior. De su
época como castro, siglo II a I a.C., se han encontrado restos de
cerámica y de armas de bronce. Con la romanización, en el siglo I d.C.,
el asentamiento se conviertió en un importante puerto comercial al
servicio de Roma según las referencias de Pomponio Mela y los
materiales recogidos en las excavaciones. Pero no fue hasta el
el inicio de la Edad Media cuando este enclave se convió en una de las
fortalezas más importantes de Galicia. A principios del siglo IX,
Alfonso III, O Magno, inició la construcción de la Basílica
Compostelana y la reconstrucción del Castellum Honesti romano en la
desembocadura del río Ulla. Así, el antiguo asentamiento inició su
leyenda en la defensa, frente a normandos y sarracenos, de la ciudad
del apóstol. Las dos torres que aun se mantienen parcialmente en pie
cerca de la orilla y el crismón de la victoria, encontrado entre las
ruinas, pertenecen a esta época. Durante los siglos IX y X, la
fortaleza hizo frente a varias incursiones de piratas normandos. En el
siglo XI, Alfonso V reconstruyó la fortaleza y colocó como alcaide del
mismo al caballero Xelmirio, padre del que será el primer arzobispo de
Santiago.
Entre los años 1102 y 1122, el arzobispo Gelmirez
volvió a reforzar las defensas a tiempo de repeler un nuevo ataque
sarraceno. Este importante personaje en nuestra historia fue el creador
de la primera escuadra de guerra española que lucho contra los piratas.
A comienzos del siglo XIII, la monarquía cedió la fortaleza a la Mitra
Compostelana y los obispos Cresconio y Diego Peláez siguieron
manteniendo sus defensas como enclave principal en la defensa de la
ciudad compostelana. A partir del siglo XV y sobre todo con el reinado
de los Reyes Católicos el enclave perdió su valor estratégico y dio
comienzo su decadencia.
La estructura del
castillo, definida en el siglo XII, consistía en un recinto amurallado
de forma elíptica con siete torres que, ubicadas a ambos lados,
cerraban la entrada del río Ulla en dirección a Padrón, tendiendo una
gruesa cadena que impedía el paso a las expediciones invasoras a
Compostela. Había además una gran torre que sobresalía entre las otras,
y que fue costeada, según la tradición, por la ciudad de Lugo,
recibiendo así el nombre de torre de Lugo. Sus defensas se
complementaban con el entorno pantanoso sobre el que se erguía que lo
convertían prácticamente en una isla, aunque hoy está unido a
tierra firme por el relleno de las obras del puente de la C–550 entre
Catoira y Rianxo. Por su parte sur y oeste se conserva la mariña y
sobre ella un camino empedrado que ofrece un bonito paseo.
En la
zona más próxima a la ría pueden verse restos de los muros que
conformaban las dependencias del interior del recinto amurallado. Aquí
se encuentran las dos imponentes torres, los cimientos de otra y la
capilla de Santiago. Las torres, de factura prerrománica, presentan
gruesos muros que van reduciendo su espesor en las tres plantas. Están
construidos con sillarejo irregular y presentan puertas con dintel
aligerado mediante arco de descarga, por el exterior. Estas puertas se
sitúan a la altura del primer piso. El almenado esta construido con el
mismo sistema. La cimentación de la tercera torre que se aprecia es
menos robusta y presenta sillares más grandes y regulares.
La
capilla, construida por Gelmirez en el siglo XII, y dedicada a Santiago
Apóstol, presenta un sistema constructivo que más parece prerrománico.
Consta de una sola nave con ábside semicircular, y fue entre los siglos
XII y XVI una continuación de la peregrinación a Santiago de
Compostela. Gracias a ella se mantuvo el lugar después de que perdiera
su valor estratégico.
En frente de las torres y capilla puede
verse el contorno reconstruido de la muralla. Dentro de estos muros se
encuentran restos de difícil interpretación y al fondo los restos de lo
que pudo ser la torre de Lugo, según la Historia Compostelana la que
más sobresalía del conjunto. Estos restos presentan unos muros
imponentes en cuanto a su grosor y los restos de una amplia puerta con
arco de medio punto.
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Se encuentran en estado de ruina consolidada, siendo muy escasos los restos que hoy pueden verse de esta construcción militar prerrománica. La restauración de sus restos se realizó a partir de 1970, cuando fue declarado Monumento Nacional.
Fue declarada Monumento
Artístico Nacional en 1970. Bajo la protección de la Declaración
genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el
Patrimonio Histórico Español.
Todos los años el primer domingo de agosto, los catoirenses disfrazados de Vikingos, asaltan de nuevo las torre del Oeste, para celebrar la gran romería Vikinga.